TAL PARA CUAL

La señorita sostuvo la respiración mientras se disipaba aquella enorme nube de gas negro. Esa nube que dejaba a su paso un viejo autobús que se desvanecía en la lejanía y al que no pudo abordar. Aguardaba en la terminal, en medio de la soledad de la noche por un transporte, que en el fondo sabía que nunca llegaría, pareciendo no importarle la manera en que regresaría hasta su hogar en las afueras de la capital. De pronto se detuvo frente a ella un lujoso vehículo. En su interior vislumbró la figura de un hombre de apariencia mayor, que instantáneamente inspiró profunda confianza en ella, aunque su rostro no le fuera familiar. No tuvo miedo a pesar de que su corazón palpitó como si quisiera saltar de su pecho; fue él quien se le acercó, y con gesto amable le dijo:

— Me imagino vamos por el mismo camino, yo solía abordar en este sitio, pero seguramente, esperas algo o a alguien que me temo no va a pasar, pero puedes venir conmigo si así lo deseas — le dijo, sin presentarse.

Ella, sin mencionar palabra alguna, lo observó meticulosamente de pies a cabeza, y la ojeada le valió para aceptar tan temeraria oferta.

— Me dedico al ramo de la construcción, soy ingeniero civil — Le explicó él, sin duda para tratar de generar confianza a la discreta acompañante─, y hasta hace poco estuve designado para el tramo del nuevo Redondel Masferrer. ¿y tú? 

— Yo solo quiero escapar de mi injusto destino —le dijo en un súbito arranque de sinceridad, esto despertó escalonados recuerdos, conduciéndolo a las reminiscencias de una florida juventud.

—  Cada quien construye su propia cárcel, pero también cada quien puede encontrar la manera de escaparse de la misma, es la misma condición biológica del ser humano el aferrarse a su propia libertad. Le dijo mientras lo observaba por el retrovisor.

— Pero tu no eres un filosofo, un sabio, una adalid, todos escondemos algo en el fondo. Perversiones contra nosotros mismos, calumniamos, difamamos y ofendemos a nuestras anchas a nuestros prójimos, familiares y seres a los que supuestamente «amamos».

– Aunque no me lo creas estas frente a dios-. Espetó con un susurro cerca de su oido.

La señorita no pudo contenerse y soltó una carcajada. ¿Estoy hablando con un dios? ¿O un pervertido dios que recoge mujeres que se han quedado sin poder abordar el último bus hacía un lugar tan lejano? Me sorprende que no intentaras violarme en el primer desvío que estaba menos oscuro que hacía el que nos dirigimos. Pero que puede importarme lo que me pase a estas alturas del partido. Entonces él le formuló una pregunta tan trascendental como personal:

-¿Acaso eres Clio «La que da la fama», una de las hijas Mnemósine?

A la señorita no le quedó más que parpadear atónita escuchando aquellas palabras tan extrañas, que se alejaban de su cotidiano vocabulario.

— Yo sólo voy escapando de un matrimonio obligado a punta de pistola, el muchacho con el que estaba viviendo fue demasiado lejos esta vez, intentó quitarme la vida por querer compartirme con quien yo quiera, porque nací libre, de madre libre, de abuela liberal, jamás quise pertenecer a alguien.

— Has hecho algo sumamente malo o cometido algún crimen, ¿verdad?

— ¿Cómo puedes estar seguro?

—  Ya te lo dije en su determinado momento: soy un Dios que ayuda entre los mismos seres humanos, sin pedir diezmos, sin esperar oraciones ni mucho menos que nadie me rinda pleitesía.

— Mientes, lo has notado porque has visto mi pálido semblante, mis temblorosas manos que aun conservan el olor a pólvora, pueden verse con claridad los jirones de sangre en mi blusa—, soy libre y a la vez soy esclava de mi propia cárcel. Como todos los seres humanos somos esclavos de nuestras bajas pasiones, de la mentira y del desamor. Por fin libre de la opresión, aunque esclava de la culpa.

— No pongas cuidado en ello, estaré aquí para protegerte de todo lo que esta por venir. ¿sólo dime lo que hago? ¿Acaso quieres que me escape contigo, que nos vayamos juntos a vivir una excitante aventura por el mundo?

— ¿Quiero saber quién eres en realidad?

— Te lo he dicho todo, un ingeniero excepcional. Mis amistades me conocen como Zeus. Y me lo he tomado muy en serio.

LA FRTS Y EL CENTRO SINDICAL LIBERTARIO: ANARQUISMO E INTELECTUALIDAD OBRERA EN EL SALVADOR (1924-1930).

Este trabajo aborda las ideas anarquistas en El Salvador específicamente en la Federal Regional de Trabajadores (F.R.T.S.), fundada en 1924. Dentro de dicha organización se puede apreciar según las fuentes de periódicos y revistas un rico debate entre grupos anarco-sindicalistas, marxistas, anti-imperialistas, unionistas, apristas y anarquistas. Estos últimos encontrarán su lugar de expresión en el Centro Sindical Libertario fundado en 1930. El objetivo consiste en describir los postulados ácratas reproducidos en ambas organizaciones y el grado de articulación internacional que estos sectores crearon a través de la conformación de densas redes intelectuales obreras.

 

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL ANARQUISMO EN EL SALVADOR

Los trabajadores urbanos y rurales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX entraron en contacto con los paradigmas del fenómeno político que constituyó el anarquismo, cuyos postulados fueron recreados en Europa y América[1]. El Salvador no fue ajeno a este proceso y contó con la presencia de anarquistas extranjeros como Anselme Bellaguerigue[2] y anarquistas locales como es el caso de Enrique Córdoba[3] al iniciar el siglo XX. La idea clásica del anarquismo, según  Piot Kropotkin se define como:

“un principio o una teoría de la vida y de la conducta según las cuales la sociedad es concebida sin gobierno (del griego An y Arche: sin autoridad), la armonía en una sociedad así se logra no por la sumisión a la ley o por la obediencia a cualquier autoridad, sino por los libres acuerdos concluidos entre los numerosos y variados grupos, en base territorial o profesional, constituidos libremente para las necesidades de la producción y el consumo; tanto como para satisfacer la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado”[4].

Nuestro país en dicho período contó con mutualidades, cooperativas y gremios que trataron de nuclear las capas laboriosas para ganar estatuto legal[5], crear congresos obreros[6], establecer correspondas con los demás obreros de la región[7] y participar del ritual cívico[8], características que cruzan todo el periodo hasta la década de los veinte. En esta coyuntura surgen la Unión de Obreros Salvadoreños (U.O.S) y la Confederación de Obreros de El Salvador (COES), ambas con inspiración anarquista[9], en miras a formar una Confederación Centroamericana (C.O.C.A), esta sería patrocinada por La American Federation of Labour (A.F.L), fundada en 1918 por Samuel Gomper en Washington, esta contó con presencia de obreros de dichas organizaciones[10]. Estas y otras organizaciones lograron crear las condiciones necesarias para la autogestión obrera y el internacionalismo e iniciarían un acelerado proceso de radicalización en la medida que fueron incorporando sindicatos a sus filas.

Los estados de sitio implantados desde el Estado, flagrantes irregularidades en el sistema electoral y una persecución por parte del aparato represivo a la organización en el campo impuesta por la Dinastía Meléndez-Quiñones constituyen el marco histórico que vivieron los artesanos y obreros entre 1924 y 1927. Fue solo a través de la apertura política para el obrerismo, por parte de Pio Romero Bosque en a finales de la década, que los sectores sociales subalternos se desbordaron en nuevas expresiones políticas y culturales contra hegemónicas al proyecto de las élites. A pesar que el liberalismo continúo siendo la matriz ideológica de los obreros, estos pudieron poner en pie una Federación siguiendo las ideas de Pierre Joseph Proudhon[11]. Entre sus presupuestos tenemos que todo individuo es una unidad compleja e irreductible, dichos individuos desarrollan su potencial en convivencia con otros. Cualquier tipo de asociación parte de un “convenio” entre las partes en donde cada una de ellas es autónoma[12]. Dicha Federación perseguiría elaborar una constitución obrera y a servir de base entre la ciudad y el campo para echar a andar trabajo organizativo y sindical.

LA FEDERACIÓN REGIONAL DE TRABAJADORES DE EL SALVADOR: GRADO DE ARTICULACIÓN INTERNACIONAL Y POSTULADOS ANARQUISTAS

La “Federal” como también fue conocida fue fundada el 21 de septiembre de 1924. De las noticias periodísticas de la época se desprende que la mayoría de sus miembros tenían inspiración anarquista y anarcosindicalista. Este último fenómeno político se define cómo la organización de los trabajadores a través de sindicatos que buscan la emancipación de la clase trabajadora. Es un movimiento autónomo, determinantemente economicista donde se practica el abstencionismo doctrinario[13] y el anticlericalismo[14]. Los anarcosindicalistas propulsan la autogestión.[15]

La “Federal” surge en el contexto de la materialización de La Confederación Obrera Centroamericana, en el periodo 1922-1928, patrocinada por la A.F.L., ésta influenció a la clase obrera salvadoreña. Señala Luis Salazar que por la importancia que significaba en esa época para el movimiento obrero mundial, quiso ser atraída por el colectivismo norteamericano de Gompers. Sin embargo, el Consejo Superior se inclinó por la Federación Sindical Internacional (F.S.I) con sede en Ámsterdam, cuyas tendencias eran anarquistas. La Tercera Internacional Comunista de Moscú, consideraba las actuaciones “moderadas” de la F.S.I., como traidoras al movimiento mundial de los trabajadores y las calificaban de “amarillas”. No obstante a partir de 1922, cambió y propuso con insistencia la fusión de ambas organizaciones con el fin de formar un frente único. De esta fecha en adelante todas aquellas organizaciones obreras adheridas a la F.S.I.[16] recibirían propaganda anarquista, entre ellos la COCA y en espacial la FRT de El Salvador.”[17]

El siguiente cuadro nos muestra las principales ideas de intelectuales anarquistas entre el Comité Pro Acción Sindical de Guatemala (C.P.A.S) y el Consejo Provisional Federativo de La F.R.T.S, que según Arturo Taracena, vivieron un proceso similar en cuanto a su radicalización e influencia entre las masas obreras, ambas prestaron sus países para la instauración de la C.O.C.A entre 1924-1925.

Manuel Bautista Grajeda. (1925-1944)

Sindicato: Comité Pro Acción Sindical.

Máximo dirigente anarquista, talabartero de profesión. Vinculado al Partido Unionista Fundador del Comité Pro Acción Sindical. Sirvió de contacto con Julio Díaz, anarcosindicalista de la FORA (Finales de 1925 y 1926). Participó en el Congreso Constitutivo de la Asociación Continental Americana de Trabajadores (1929, Buenos Aires).

 

 

 

 

·         Escribía sobre la situación social y obrera.

·         Situación campesina e indígena en Guatemala.

Virgilio Alvarado Chacón. (1924-1928)

Sindicato: Federal Regional de Trabajadores de El Salvador.

Delegado plenipotenciario de la Federación Obrera de Nicaragua y honorable delegado ante la COCA. Miembro del Consejo Provisional de la FRTS (1924).  Sirvió de contacto con Julio Díaz, anarcosindicalista de la FORA (Finales de 1925 y 1926). ·         Elaboración de una constitución obrera
Gumersindo Ramírez G.

(1924-192?)

Sindicato: Federal Regional de Trabajadores de El Salvador.

Líder obrero anarcosindicalista. Zapatero de profesión.  Miembro del Consejo Provisional de la FRTS (1924).  1927, participó en congresos obreros en México. Editorialista en El Machete, órgano de prensa de la FRTS. ·         Apoyó el aumento de la tarifa salarial.

·         Daba estudios a sus obreros en la Universidad Popular.

·         Extenso trabajo organizativo en el campo.

·         Apolítico y anticlerical (aprendió sindicalismo en México).

·         Unión de trabajadores del campo y la ciudad ante las duras condiciones laborales

Fuente: Elaboración propia en base a: Arriola, Arturo Taracena. «Presencia Anarquista En Guatemala Entre 1920-1932.» Revista Mesoamérica 15, 1988. 5-7.; López Bernal, Carlos Gregorio. Tradiciones Inventadas Y Discursos Nacionalistas: El Imaginario Nacional De La Época Liberal En El Salvador, 1876-1932. San Salvador: Editorial e Imprenta Universitaria, 2007. 197-198.; Dalton, Roque. Miguel Mármol: Los Sucesos De 1932 En El Salvador. San Salvador: Uca Editores, 2000. 148.; Monteflores, Omar Lucas. «El Anarquismo En Guatemala: El Anarco Sindicalismo En La Ciudad De Guatemala (1920-1932).» Universidad de San Carlos de Guatemala, 2011. 169. «Inauguración E Instalación Del Primer Congreso Obrero.» Diario Latino, 17 de noviembre 1924, 2.

Con la llegada del militante anarquista argentino Julio Díaz de la Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A), luego del segundo congreso de la F.S.I. a México en 1925, la Coordinadora General de Trabajadores mexicanos (C.G.T) se convertía así, en un baluarte estratégico que era necesario atraerse para la propaganda anarquista en el continente. José C. Valadés, por entonces secretario de la C.G.T. y Nicolás T. Bernal, del Grupo Cultural “Ricardo Flores Magón”, de Ciudad de México[18], enviaron un delegado de apellido Ríos a buscar los contactos en Centroamérica. A su regreso este notificó los contactos de Antonio Méndez Paz y Manuel Bautista Grajeda, en la ciudad de Guatemala, y de Virgilio Alvarado Chacón, en San Salvador, este figuraba como miembro del consejo provisional de la FRTS (para inicios de 1925 Gumersindo Ramírez G. aparece entre los principales dirigentes en la foto de la “junta provisional” de la F.R.T.S) como delegado por la C.O.C.A. en León, Nicaragua[19], las cuales fueron remitidas a Diego Abad de Santillán, directivo de la FSA en Ámsterdam[20].

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Fuente: José Mejía. «El Día Obrero.» Diario Latino, 2 de mayo 1925, 4. Al pie de la foto se lee: Grupo del actual Consejo de la Federación Regional de Trabajadores de El Salvador., sentados: Virgilio Alvarado Chacón; Nicolás de J. Escobar, Presidente; César I Rodríguez. Parados: Gumersindo Ramírez G; Arturo Moreno. Este Consejo tiene su local en la 2ª C. P. N˚ 13. Controla en su organización ya siete diferentes gremios.

La celebración del 1˚ de mayo, símbolo adoptado por el movimiento anarquista mundial, comenzó otra etapa dentro del sector artesanal y obrero. En 1925 esta fecha conmemorativa se celebró en San Salvador. El objetivo de este evento fue dar a conocer el porqué de dicha “fiesta” obrera, a lo que agregaba José Mejía[21], intelectual obrero de la Sociedad de Artesanos el Porvenir de Santa Tecla, que en la mentalidad obrera habría que:

“quemar incienso puro para elevarlas en espirales blancas nuestro tributo de cariño y veneración a los mártires de Chicago muertos pérfidamente a nombre de la ley bastardeada (…) por una burguesía codiciosa y de corazón petrificado…[22].

Más adelante deja ver su vocación internacionalista declarando: “No hay país civilizado en Europa y América en donde no sea celebrado el 1˚ de mayo por todos los obreros hombres y mujeres. Grandes desfiles, procesiones solemnes, discursos tremendos, paro de trabajo… nada de orgías… eso es el 1˚ de mayo en todo el mundo. Esa es la llamada Fiesta del Trabajo” [23].

El objetivo de Mejía es socializar al máximo la carga simbólica de esta conmemoración con todos los obreros organizados para que estos se encarguen de reproducirla, teniendo en cuenta:

“que sepan de fondo conocer la Génesis de esa celebración para que comprendan la verdadera finalidad de la Fiesta del Trabajo, única fecha mundial en la vida de los trabajadores todos del mundo.”[24]

La adopción de símbolos anarquistas, nos dice A. Cobos, nos permiten conocer más a profundidad la ideología que mayor acogido tuvo desde su fundación la Federal[25]. Se adoptó la bandera rojinegra (que duraría hasta 1930 cuando se reemplaza por la bandera roja con la hoz y el martillo con la leyenda: “PCS miembro del Consejo Sindical Latinoamericano”)[26]. Para 1925 un periodista del Diario Latino advertía acerca de los “peligros” de la ideología anarcosindicalista, este afirmaba que en Chalchuapa un sindicato de carpinteros y albañiles, la Unión de Trabajadores Sindicalistas, “en pláticas y conferencias confunden al sindicalismo con el BOLCHEVIQUISMO (…) nótase entre los que enarbolan la bandera roja y negra con cierta irrespetuosidad a las autoridades y odios entre los mismos obreros”[27].

La cita cobra especial interés si se contrasta con el testimonio de Miguel Mármol, un militante revolucionario de la Federal, fundador del Partido Comunista Salvadoreño y sobreviviente de la masacre de 1932. Este rinde cuentas del plan clandestino de los líderes anarquistas y anarcosindicalistas Raúl B. Monterrosa, Manuel Peña Pineda y Gumersindo Ramírez G., que paralelo a los directrices de la F.R.T.S., habían iniciado un movimiento clandestino de trabajo organizativo a nivel nacional, sobre la base de apoyar la tarifa salarial. Sus mayores esfuerzos se concentraron en organizar a los trabajadores del campo. Gumersindo Ramírez en un editorial de “El Martillo”, órgano impreso de la Federal, hacía referencia de las duras condiciones de vida de los campesinos, señalando que estas desaparecerían:

“solamente que tú y tus compañeros se unan como un solo hombre para unirse al mismo tiempo con los trabajadores de la ciudad, y así unidos, campesinos y obreros, accionaremos como un solo hombre para conquistar una vida mejor.”[28]

Mármol comenta que los puntos sobre los cuales se agitaban las reivindicaciones eran los bajos salarios, hambre, despidos injustificados y cada vez más numerosos, maltrato personal, etc.,[29] la lucha que se emprendió fue de inspiración ácrata: acción directa y huelga general.

Es por eso que los obreros salvadoreños optaron por la asociación federativa. Esta busca la coordinación de distintos sindicatos de base, cuyo principio puede ser gremial o territorial, por medio de delegados electos en asambleas abiertas. Estos sirven de nexo para transmitir las decisiones de la asamblea de base y las demás organizaciones. Los mandatos son revocables en cualquier momento y es tarea del Consejo Federal coordinar y servir de enlace de la asamblea de delegados. Por esta razón, no es casualidad asegura C. Launed, que los sindicatos anarquistas se llamen confederaciones o federaciones en vez de centrales[30].

Los obreros influenciados por las ideas anarquistas y anarcosindicalistas  se encargaron de celebrar congresos obreros anuales, sindicalizar a los campesinos, dirigir las manifestaciones, mítines, huelgas, emisión de credenciales y acciones llevadas a cabo por la Federal hasta finales de la década de los veinte. Luego el proceso emprendido por este sector obrero con reformistas, antiimperialistas, apristas, laboristas y anarcosindicalistas fue interrumpido en 1929, cuando un reducido grupo de la Federal que ya se consideraba “marxista-leninista” decidió en un Congreso Extraordinario ad-hoc expulsar a toda costa, incluso con calumnias y amenazas a los ácratas de la Federal[31].

Ante esta expulsión Raúl B. Monterrosa se manifestó en la opinión pública y rindió cuentas claras de las calumnias interpuestas por el grupo comunista, que aunque era mayoría, no contaban con credenciales de la F.R.T.S.; por lo tanto no representó la voluntad total de “la magna entidad federativa” en palabras del propio Monterrosa, la cual él representaba, y por la cual había que redimirse -ante el pueblo y los obreros- por el falso “boicot y venta de la Federación a las autoridades” de que se les acusaba[32].

Esto correspondía a las pugnas ideológicas internas dentro de la Federal, producto de las directrices giradas en torno del Congreso marxista llevado a cabo en Montevideo en 1929. La Federal tuvo representantes en el Congreso[33], en dicha reunión decidieron mantener un distanciamiento con los anarquistas de la F.S.I y la Industrial Workers of the World (I.W.W)[34].

El sector expulsado de la Federal expresó que el VI Congreso Obrero Regional, que sería celebrado en 1930 los redimiría ante la opinión pública y obrera[35], algo que nunca sucedió, debido a que las mismas tensiones que se daban a nivel mundial en torno a estas dos corrientes de pensamiento agudizarían las disputas ideológicas internas, lo que conllevó al destierro y al amedrentamiento de «reformistas» del F.S.I. y anarcosindicalistas dentro del proyecto de “recuperación” de la F.R.T.S. emprendido por los marxistas.

CREACIÓN DEL PRIMER GRUPO ANARQUISTA DE EL SALVADOR: EL CENTRO SINDICAL LIBERTARIO

El Centro Sindical Libertario surge en 1930 en torno a la creación de la Asociación Continental Americana de Trabajadores (A.C.A.T), patrocinada por la Asociación Internacional de los Trabajadores (A.I.T)[36] en 1929, Argentina. Luego de los conflictos y las purgas ideológicas dentro del seno de la F.R.T.S. los anarquistas se articularon en torno a los acuerdos y resoluciones del Congreso Constituyente efectuado en Buenos Aires.

Esta a su vez dejó sentada las bases del movimiento anarquista continental que tenía por objetivo aclarar los conceptos de la nueva organización social, la abolición del Estado y la abolición de monopolios, entre otros métodos de luchas, constante actividad internacionalista y la resolución de los congresos llevados a cabo[37]. Todo esto a través de las páginas del órgano impreso de la ACAT, “La Continental Obrera”.

Los grupos disidentes expulsados de la F.R.T.S., por su incompatibilidad en los proyectos políticos con los marxistas, como es el caso de la Sociedad Unión de Tejedores de San Salvador, encontrarán su correspondencia ideología con el secretariado en San Bartolomé Mitre de la ACAT. A la cual estos en 1930 dan referencia en los siguientes términos:

“Nosotros sentimos por este hecho una satisfacción profunda. Es la primera organización en la República de El Salvador que se declara por los ideales  de libertad integral, y vemos, por consecuencia, en la entidad hermana que hoy se suma a las falanges del movimiento obrero anarquista del continente el núcleo inicial de nuestro movimiento en ese país.”[38]

De la corta nota se desprende el nombre de Agustín Pérez Cruz del Barrio Candelaria, quien resulta de los primeros en establecer redes intelectuales con el movimiento anarquista continental. Este solicitaba por medio del secretariado de La ACAT que le enviaran material propagandístico de La Continental a su domicilio.

En esta misma lógica de incorporación al programa reivindicativo y de luchas en el seno del obrerismo mundial por parte de los anarquistas es que un grupo decide conformar en 1930 en San Salvador el Centro Sindical Libertario. El secretario de esta institución Enrique Conde declaró:

“Nacido al calor del entusiasmo juvenil, y con el deseo de luchar por un mundo mejor y más humano se ha podido constituir por primera vez en este pequeño rincón del planeta, después de vencer muchos obstáculos, un grupo de trabajadores que llevan el nombre de Centro Sindical Libertario, y que, conscientes y amantes del ideal más grande y sublime que redimirá a la humanidad de sus cadenas y miserias, se dedicará a propagar ese ideal con fe y optimismo haciendo uso de todos los medios que estén a su alcance dentro del movimiento sindical revolucionario.”[39]

Este Centro según Conde, se dedicaría a propagar los ideales anarquistas y “encaminará sus esfuerzos a la organización sindical de los distintos gremios obreros, como un medio para hacer propaganda e impulsar la cultura social del pueblo trabajador. Hoy más que nunca se hacía sentir la necesidad de crear una entidad de esta índole que contrarrestara las influencias del comunismo importado de Moscú, que tantos daños está causando entre la clase trabajadora de este país; si antes no se había intentado nada era por la carencia de elementos afines que se interesaran por hacer algo en pro de nuestra noble causa. Y todo y había dejado a merced de los traficantes del bolchevismo y de la política”[40].

Por su parte, las acusaciones por parte de los comunistas hacía los anarquistas giraban en torno a los posicionamientos políticos, ya que como menciona Miguel Mármol con respecto a su expulsión de la federal, y por estar estos en la órbita de la American Federation of Labour y aceptar dinero del gobierno[41]: “¡A fuera! A los anarquistas les probamos que eran enemigos de lo político, (…) por eso los condenábamos: les probamos que ellos estaban traicionando los intereses de los trabajadores, cuando solo impulsaban ciertas luchas, que eran economicistas y no llevaban a la lucha política de masas”[42]. Pero a pesar que la coyuntura internacional desbordaba los conflictos ideológicos de estas dos poderosas ideologías en boga, los conflictos locales y las coyunturas nacionales muy pocas veces lograron unirlos.

Con motivo de la elección de oradores y nombramiento de credenciales para las manifestaciones a finales de 1930, en una acalorada sesión del recién constituido Partido Comunista se anotó:

“En este punto se trató el asunto de varios Miembros del CENTRO SINDICAL LIVERTARIO  luchadores expulsados de la FRT y que en estos momentos se nos han ofrecido para tomar parte en nuestra Manifestación, la que después de su discusión se acordó aceptarlos media ves se ciñan a nuestras Líneas y que en sus palabras hablen en nombre del SRI y de la FRT; porque de no ser así, tendríamos que desenmascararlos en plena manifestación[43].

Esto puede ser considerado como una victoria pírrica por parte de los marxistas, debido a que esto aceleraría su apertrechamiento ideológico, ya que los oradores anarquistas siguieron gozando del visto bueno de las masas[44], por ende el Partido Comunista Salvadoreño, no pudo dejar de prescindir de su colaboración.

CONCLUSIÓN

El movimiento político y cultural de los anarquistas construyó el andamiaje clandestino  dentro de los sindicatos del campo y la ciudad, ya que fueron los primeros en trabajar en el campo, a pesar de las prohibiciones por parte del Estado. Estos canales inauguraron  el camino para que la ideología marxista “hegemonizara” la insurrección de 1932. Esto constituye una novedad en cuanto a la historiografía tradicional que busca los orígenes de la “insurrección comunista”, sin tomar en cuenta el largo proceso organizacional emprendido por los anarquistas desde principios del siglo XX.

Esta evidencia hace aún más nebulosa la participación del Partido Comunista de El Salvador en el levantamiento campesino del occidente de El Salvador. Esto debido a que a partir de la lectura de las actas levantadas por la Federal y el P.C.S. para los primeros años de la década de los treinta, hemos podido constatar que el anarquismo no disminuyó, es más, ni siquiera mermó el prestigio que gozó desde los primeros años de la puesta en pie de la Federal por parte de los obreros e intelectuales salvadoreños.

Esto se debió al tino que tuvieron los oradores anarquistas y anarcosindicalistas producto de la conducción de las masas en mítines emotivos, enormes manifestaciones y discursos que cooptaron a los sectores sub alternos a la radicalización por la vía de los postulados anarquistas, esta coyuntura combinada con la crisis de 1929, llevaría a los sectores campesinos a movilizarse, por razones que nos son difíciles de comprender, contra las élites en un intento desesperado por hacer valer sus derechos en una sociedad que se negaba a abandonar los valores estamentarios productos de años de experiencia colonial, sociedad que también vivió los avatares del anarquismo en las filas obreras e intelectuales de una época poco explorada en El Salvador.

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Woodcock, George. Anarchism : A History of Libertarian Ideas and Movements United States: The World Publishing Company 1979. http://rebels-library.org/files/woodcock_anarchism.pdf.

 

[1] Ángel Capelleti, El Anarquismo en América Latina, (Biblioteca de Ayacucho, 1990), http://www.bibliotecaayacucho.com/fba/index.php?id=97&b…s=157.

[2] Este migró al establecerse el Segundo Imperio Francés entre 1851 y 1852, primero llegó a Honduras, para después establecerse definitivamente en El Salvador, estuvo involucrado en la Revolución Francesa. En 1850 publicaba en París L´Anarchie-journal de l´Or, a su vez fungió como docente y funcionario público durante su estancia en el país. Nettlau en 1906 constató la existencia de un vástago suyo en el Pimental, Departamento de La Libertad. Ver: Arturo Taracena Arriola, «El manuscrito de Max Nettlau sobre el anarquismo en Centroamérica (1906-1932),» Política y Sociedad 2009.

[3] Publicó su  tesis “algunas fases del problema social” en 1904, se graduó de abogado en la Universidad de El Salvador. Entre sus principales postulados tenemos: La herencia es el origen de la desigualdad social. En este planteamiento Córdova sigue al pensador ruso Mijail Bakunin para quien el Estado lo que debería hacer es modificar la ley de herencia para llegar cuanto antes a su completa abolición, mientras existiera el derecho de herencia, perduraría la desigualdad económica hereditaria. En 1926 vio venir el colapso del anarquismo ante la oleada bolchevique. Ver: Ricardo Argueta, «El primer pensador anarquista en El Salvador (1904),»  Análisis sociológico boletín(2014).

[4] José Mourelo, «El anarquismo en Costa Rica» (Licenciatura en Derecho, Universidad de Costa Rica, 1970). 19-20.

[5] Luis Rubén Gonzáles Márquez, «Sociabilidad y organizaciones artesanales obreras: La Sociedad de Artesanos El Porvenir de Santa Tecla 1902-1932» (Licenciatura en Historia, Universidad de El Salvador, 2012). 201-232.

[6] Rafael Menjivar, Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño  (San José: Educa, 1982). 39.

[7] Cristina Zeledón Lisano, El anarquista, defensor de los trabajadores, labrador de ideales: Semblanza de (Billo) Zeledón  (Cartago: Instituto Tecnológico de Costa Rica, 2003). 45.

[8] Carlos Gregorio López Bernal, Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: el imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932  (San Salvador: Editorial e Imprenta Universitaria, 2007). 98-116.

[9] Arturo Taracena Arriola, «La confederación obrera de Centro America 1921-1928,» Anuario de Estudios Centroamericanos 10 1984. 5-9.

[10] Ibid. 12.

[11] Anarquista francés (1809-1865). Una de sus tesis más importantes es que la propiedad es un robo.

[12] Pierre Joseph Proudhon, El Principio Federativo  (México D.F.: Ediciones Gernika, 2001). 61-64.

[13] Edmundo Anaya R., «La Federación Regional de Trabajadores no apoyará a ningún partido político,» Diario del Salvador, 11 de septiembre 1929. 1.

[14] Roque Dalton, Miguel Mármol: Los sucesos de 1932 en El Salvador  (San Salvador: Uca Editores, 2000). 139.

[15] Según Argueta es una socialización de los medios de producción a través del control obrero.

[16] También conocida como AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores). Ámsterdam se configuraba como el centro neurálgico de operaciones anarquistas a nivel mundial, con agresivas campañas de propaganda contra el imperialismo, dentro del contexto de la guerra hispano-estadunidense y el proceso en su zona de “acción y reconquista” de obreros a las causas anarquistas.

[17] Luis Alfonzo Salazar, «Los sindicatos obreros» (Tesis, Universidad de El Salvador, 1956). 17.

[18] María Miguelañez Martínez, Anarquistas americanos y la Asociación Internacional de Trabajadores. Una historia social y cultural de redes transnacionales (España: Ministerio de ciencia e innovación, 2013). 5.

[19] José Mejía, «El día obrero,» Diario Latino, 2 de mayo 1925.

[20] Arturo Taracena Arriola, «Presencia Anarquista en Guatemala entre 1920-1932,» Revista Mesoamérica 15 1988. 5-6.

[21] Dirigente obrero anarcosindicalista, participó en el Primer Congreso Obrero Centroamericano (1911), Miembro delegado ante la C.O.C.A. por La Sociedad El Porvenir. Vinculado al Partido Laborista. Alcalde de San Salvador, 1928; 1929 suplente y en 1930 propietario. Entre sus publicaciones encontramos la influencia anarcosindical del español Anselmo Lorenzo: Entender la sociología como arma de liberación, reflejar la figura de Jesús como revolucionario y la mercantilización de los trabajadores por la burguesía. Exigió reformas al fisco y al monopolio del aguardiente.

[22] Mejía, «El día obrero.» 4-8. Las cursivas son nuestras.

[23] Ibid. 8.

[24] Ibid.

[25] Amparo Sánchez Cobos, Sembrando ideales: Anarquistas españoles en Cuba (1902-1925)  (Sevilla: Concejo Superior de Investigaciones Científicas, 2008). 175.

[26] Acta No 09 de la local del PC de la IC. San Salvador: 20 de Diciembre de 1930. Erik Ching, «Latin American materials in the comintern Archive,» Latin American Research Review 35, no. 1 (2000).

[27] «La vida departamental,» Diario Latino, no. 16 de diciembre (1925). 3. Nótese que utilizan banderas “rojinegras,” estos colores son identificados con los anarquistas de todos los tiempos.  Además eran los colores de la CNT española,  que simbólicamente, eran utilizados en signo de solidaridad internacionalista (uno de los primordiales principios anarquistas), por parte de los obreros del occidente en Chalchuapa y Atiquizaya.

[28] López Bernal, Tradiciones inventadas. El discurso se desprende de Sobre organización. El Martillo, año 1, N˚ 3, julio de 1927, pág. 2.

[29] Dalton, Miguel Mármol: Los sucesos de 1932 en El Salvador. 87-88.

[30] José Julían LLaguno Thomas, La semilla que germina: Anarquismo, cultura política y nueva intelectualidad en Costa Rica (1900-1914)  (San José: Acracia Editores, 2012). 122.

[31] «Con una reunión borrascosa se clausuró a las tres a. m. el V. Congreso Obrero,» Diario del Salvador, 15 de agosto 1929. 1.

[32] Raul B. Monterrosa, «Explicaciones de don Raul Monterrosa respecto de su expulsión de la Sociedad Regional de Trabajadores » Diario del Salvador, 21 de agosto 1929. 1.

[33] «La Regional de Trabajadores de El Salvador en el Congreso Obrero de Montevideo,» Diario del Salvador, 5 de enero 1929. 4.

[34] Adherida también a la A.I.T.

[35] Raul B. Monterrosa, «Carta abierta al Consejo de la Federación Regional de Trabajadores refiriendose a la expulsión de varios trabajadores  » Diario del Salvador, 30 de julio 1929. 5.

[36] A.I.T.: organización anarcosindicalista mundial con varias centenas de millares de miembros como la F.O.R.A. Argentina, la U.S.I. en Italia, C.G.T. en Portugal, I.W.W. en Chile, la C.N.T. española. estas eran las principales organizaciones que constituían la AIT a principios del siglo XX.

[37] A.C.A.T, «Asociación Continental Americana de los Trabajadores: Acuerdos y resoluciones del congreso constituyente efectuado en Buenos Aires. los días 11 al 16 de mayo de 1929,» La Continental obrera 1(1929). 2.

[38] A.C.A.T, «Notas Continentales El Salvador,» La Continental Obrera 1, no. 10 (1930). 12.

[39] A.C.A.T, «El Salvador Centro Sindical Libertario,» La Continental Obrera 2, no. 12 (1930). 3.

[40] Ibid.

[41] Monterrosa, «Carta abierta al Consejo de la Federación Regional de Trabajadores refiriendose a la expulsión de varios trabajadores  «. 8.

[42] Ernesto Isunza Vera, «Cosmovisión de la Vieja Guardia. Organización y cultura comunistas Centroamericanas, 1922- 1934.» (Licenciatura en Sociología, Universidad Veracruzana, 1993). 197.

[43] Acta No 11 de la local del PC de la IC. San Salvador: 20 de Diciembre de 1930.

[44] Vera, «Cosmovisión de la Vieja Guardia.» 207.

Guía práctica del estudiante revolucionario postmoderno

No importa cuan graves esten los problemas de salud, educación, seguridad, desempleo e inestabilidad política producto de narco- gobiernos mediocres, pseudo socialistas o aletargados en la utopía democrática. Esos sintómas inequívocos de nefasta desigualdad e imposible reconciliación social, a diario nos recuerdan que estamos en la América Central. En el terreno que insisten llamar «El Salvador», donde matan por todo y por nada, pese a que muchos estudiantes lamenten no haber nacido en sociedades industrializadas, en todo caso conformese con sobrevivir en Soyapango, las palabrejas «burgués», «oligarquía», «dictadura del…», dejelas que fluyan sin presión; siempre habrá espacios y gente con las que se «adornará» con ellas llegado el respectivo momento.

El Salvador atraviesa nuevas guerras, los homicidios a diario nos lo recuerdan, ellos, por su parte, quieren militares en los alrededores de la Universidad, para que no les roben sus celulares de última generación, ni San Marx lo permita, la Revolución «Hipster» se deberá transmitir en vivo, por ahora hay que alimentarla con  memes simplistas de las p¿Qué raro no les parece? en la que los shows políticos estén a la ordén del día. Concientes o no, para el estudiante revolucionario alpha, camisa del Che Guevara, FPipiLe’S de cora, boina con bandera de Venezuela bordada, erúdito cultivador de la poesía de Galeano, Roque, todas las páginas de «acción poética» y similares, siempre habrá tiempo para ver la última temporada de «Games of Thrones», «Big bang theory», «Walking Dead», o similaresexpresar inconformidades, vengarnos de éste o aquél docente que nos puso las garritas en el suelo aplazándonos más de alguna materia

Paseo eterno por el lago

Era la enésima vez que al calor de la bebida aquél jóven caballero vestido de negro, que siempre usó sombrero de copa color caqui con franja roja, pedía que se repetieran aquellas pegajosas melodias, no importando lo costoso de aquellas reproducciones entre las que se contaban alegres y bailables fox-trots, tangos y charlestones; grabadas en aquel disco de sonido ortofónico de la Victor Talking Machine -que no duraba más de quince minutos- y que, además era el único de la dueña de aquel lugar, pero que sin temor a equivocarse, se encontraba muy de moda en todas las capitales.

Este era reproducido por una vieja vitrola ubicada al fondo de una ramada. Unas luces rojas y azules agregaban el tono festivo al ambiente, al cual pertenecía la cervecería «Brisas del Lago», donde aquellas parejas departian frente a aquel pajarito cantor eléctrico, cuyo sonido gangoso, pedía a gritos se calibrara con urgencia el fuelle que hacía bajar la fina aguja al disco; pese al incoveniente mecánico convocaba a una catársis que hacia a las parejas lanzarse al torbellino del baile.

Sentados en una mesa decidieron relajarse tomando cervezas frías, que eran sacadas de aquel refrigerador Kelvinator color azul. Acto seguido las parejas optaron por una bella caminata bajo la luz de luna, dicho evento no había sido casualidad, había sido fruto de meses de preparación, pues habría figurado como <<atracción principal>> en los anuncios de los períodicos de la época como: «La caminata de los amantes».

La idea de asistir al evento tenía dos objetivos, primero despabilarlos de la cotidianidad, del ruido del claxón que cada día crecía más, lo incomodo de viajar apretados en los tranvías de sangre, etc. Y por último, dicho sea de paso, su itinerario climáx debería ser el paso de las parejas a través de un sendero iluminado por antorchas, alineadas en un largo tramo; iluminando como nunca las arenas de la playa de aquel hermoso lago.

– Estamos aquí para celebrar el progreso de mi persona-, exclamó el jóven, cuya cara no podía ocultar la felicidad que emanaba, ya que, al fin, haría pública la noticia de su futura boda con Irmita, dependienta del cirujano- dentista americano.

Esperó ese día con mucho anhelo, había decidido, pese la negatividad de su madre, que era momento de desenterrar del patio aquella módica fortuna que había sido entregada de manos de su abuela, antes de ser enviada a una muerte segura a las cárceles municipales, bajo el delito de defraudación al fisco o venta de alcóhol clandestina. Para nadie era un secreto que se trataba de un negocio familiar y que contaban con una marca que cuidar y un prestigio que mantener.

Y es que era tanta la fama de aquel brevaje que se aseguraba que había causado la muerte de varios borrachitos consuetudinarios.

– Tengo una importante noticia que compartirles, este sábado, he sido aceptado como cajero en el Hotel Nuevo Mundo-, les dijo a los que lo rodeaban mientras sostenía la mano de su amada y además agregó:

– Padrinos, por fin veo conveniente casarme, debo ganarme dignamente la vida trabajando como Dios manda-. Expresó sabiendo de antemano que tendría su bendición en tan trascendental empresa en la vida de la mujer y el hombre.

La pareja de enamorados se conocieron por casualidad, él recogió su pañuelo del suelo, en la salida del Teatro Nacional. Esa noche sus palcos habían fungido como sala  de cine, proyectando en esa ocasión el filme de la Metro- Goldwyng- Mayer: «Ben Hur», estrenada el treinta de marzo de mil novecientos veinticinco, pero que no fue exibida en dicho teatro sino cuatro años déspues y nunca pudo olvidar las palabras que contenía aquel afiche y que rezaban en chillantes letras doradas: «Ben-Hur: a tale of Christ», protagonizada en su rol estelar por la sensual Patty Bronson y con quien insistiría el muchacho en comparar con recurrencia a su prometida, quien lo veía como un bello halago al recordar lo fina y elegante que puede ser una mujer incluso en temas de la ley de Dios.

A pesar de las críticas y miradas y juzgonas de los familiares de la novia, de el cura melindroso e indiscreto del lugar y chismosos en general, llevaban seis meses viviendo juntos en un cuarto de mesón, de esos que las autoridades de la época resolvieron rebajar, debido a la expansión acelerada de la periferia de la capital para ese año, pasando a valer diez las que antes estaban cotizadas en quince o veinte, esto facilitó que pudieran acompañarse.

Volviendo al extásis del lago, pasando la medianoche, las parejas rentaron un cayuco y visitaron una isla, muy iluminada por la gente local, de regreso, encontrándose a escasos cuarenta metros de la playa, su prometida queriendo cambiar de lado dentro de la pequeña embarcación, hizo que el cayuco se volteara y lanzó los tripulantes al agua.

La embarcación cayó sobre la humanidad del muchacho partíendole la cabeza y hacíendole perder el conocimiento. Su padrino convino salvar a las mujeres, cansado y todo, como pudo, regresó a la playa para buscar el cuerpo del jóven de apellido Vega, fue en vano, la forma cónica del lago y la densa neblina que cubrió aquel apacible cuerpo de agua imposibilitaron encontrar al muchacho, la busqueda se extendió hasta la mañana, y continuó los días, meses y años siguientes.

Su prometida, nunca abandonó la idea que su amado estuviera aún con vida, despúes de todo la embarcación desapareció misteriosamente con él, el lago jugó un papel siniestro. Esto me lo contó una señora de rostro sereno y risa franca, ocurrió en mil novecientos cincuenta y ocho, cuando se me acercó vendiendo pezcaditos recién sacados de aquel hermoso lago, con tortilla y  un trozo de limón coronando exquísito manjar en bolsa. La observe caminando -con su ropa de aspecto apolillado- en la playa del nuevo y remodelado Turicentro que ahí se había erigido.

Al confundirme con su amado por mi aspecto, se sintió destrozada cuando no reconoció nada familiar en mi rostro. Acto seguido se enjugó las lágrimas preguntándome por un muchacho delgado y blanco que viste ropa negra y sombrero de copa, ella sentía en su corazón que el rencuentro estaba cada día más cerca, según me expresó:

– Él tiene que regresar y reconocerme de inmediato, pese a mis arrugas, soy la más parecida en el mundo a Patty Bronson, yo lo sé…

Así ha de ser

Te ves palido, un poco desmejorado, incluso más delgado. ¿Te sucede algo?

– Estoy escribiendo un libro. Quizás resulte una novela de como escribir una novela.

– ¿Y quién va a ser el protagonista?

– Yo mismo por supuesto.

– A pues, vos vas a hacer a tu protagonista un hombre feliz, como mínimo.

– De hecho lo es, por eso es que sufre.

– ¿Cómo así? No te entiendo.

– Tampoco yo. De seguro escribir un libro es lo más confuso que hay en el mundo.

 

Esas «despedidas»

Eran cuatro, tomaron asiento en una pequeña mesa de color que se encontraba en un rincón, cerca de unos salones de la Avenida Independecia, quizá evitando las miradas de juzgones que viajan en los autobuses que circulan esas calles.

Todos contemplaban una botella aun sin destapar,  que los invitaba a iniciar el deleite. El más ansioso incluso la acariciaba, como queriéndose adelantar a la catarsis que provocaba aquel líquido de tono ambarino; los otros impacientes y sedientos pedían a las muchachas los vasos con hielo.

Estos mismos cuatro habían planeado una despedida fenomenal hacía meses. Era un treinta y uno de diciembre y el sargento les había dado licencia para poder pasar con sus familias, durante muchos años tuvieron turnos difíciles, ¡era hora de mandarlos a descansar!

Todos sabían como resolver en caso de cogerlos la noche en el jolgorio. Dos eran de Soyapango; uno de Apopa, mientras que el otro de Merliot.

Conversaron un rato del año nuevo que se les venía, las exigencias de la Coorporación y cosas del cotidiano en su profesión, por eso planearon escaparse de su rutina con una buena despedida.

A pesar de las muchas insistencias a la dueña del lugar, esta tenía que despachar a los demás clientes que habían llegado antes. Para no amargarse con ella, los festejantes comenzaron a hablar del suceso que había acontecido tres días antes: La balacera en el centro.

– Cuando nos mandaron al Centro hace cuatro meses no me lo pude haber imaginado- dijo el de Merliot.

-Yo solo vi a los babosos correr- espetó uno de los uniformados, y además agregó en voz baja:

– Nosotros solo continuamos el intercambio de disparos por unos minutos.

– A mi por poco me pega un bandido de esos -contaba el de Apopa- como pudimos le hicimos frente, aunque por un momento, cuando aumentaron en número y nos rodearon, el miedo fue apremiante.

– ¡Corazón me trae el hielo…!- gritó furioso uno que solamente escuchaba y que había permanecido expectante de todo lo que acontecía a su alrededor.

– Si amor, ya casi…- Contestaron desde uno de los cuartos de adentro.

Ya para esas horas las explosiones de los cuetes atronaban el lugar, miles de personas regresando como hormigas a sus respectivos hormigueros, con la cena y los estrenos; la parafernalia navideña clásica maquillaba toda la ciudad.

– ¡Saben mejor callense! Agradezcan que estan vivos, ya cambien de cassette.- Agregó uno de Soyapango; espero todos hayan pensado en los regalos también, desviando por completo la nefasta plática.

– ¡Obvio! Yo le llevo a mi madre su Misterio con todo y su pesebre.

– Por cierto- habló el otro de Soyapango- ¿ Ustedes saben porqué el Niño Dios nació en un establo?

– ¡Noooo…!- Respondieron casi sincronizadamente.

– Pues resulta que la Virgén y San José llegaron a Belén, pero como no conocían anduvieron dando vuelta un rato. Al llegar a un lugar se toparon con una multitud que miraba un juego de fútbol: estaban jugando el Fas y el Aguila, equipos famosísimos ya para aquella época.

A María le parecía de lo más aburrido el asunto, consideraba a la gente como una proto cultura transculturizada altamente alienante y agregaba otros cuestionamientos sociológicos interesantes al asunto. Por su parte el Santo estaba encantado y decidió quedarse. A nuestra virgén le tocó tragarse el enojo y disimuló muy bien que él ejercía el poder sobre ella.

En lo mejor del encuentro, Jorge «Mágico» Gónzales barrió con los defensas colocando una diagonal retrasada que impactaría  «la avioneta argentina» Casadey anotando el uno por cero en el encuentro. El público enloqueció y se puso bueno el asunto.

La virgén aburrida pedía a San José que se fueran.

– Tranquila mujer que ya casi empatan- le decía San José.

Transcurrido un rato, que a María le parecío una eternidad, le volvio a insitir:

– ¡Puchica José, ya es tarde hombre!

– Esperate mujer casi empatan…

Luego de otro rato le dijo la virgén:

– José, ya no vamos a encontrar cuarto en ningún mesón…

En medio de la discusión y uno que otro tiro impactado en el travesaño, terminó el partido; el Fas ganó uno a cero. Cuando fueron a buscar cuarto no encontraron, asi que les tocó resguardarse en los portales, que eran los establos.

– Viste que te dije- le reclamó la Santa Madre.

– Hay que dar gracias por todo a Dios, de todos modos que se le va a hacer María…

Fue porque el Aguila no le pudo empatar a Fas que el Niño Dios nació en un pesebre.

– Blasfemo, mejor callate, te vas a ir al infierno- conjuraron casi en coro sus compañeros.

– ¡Pero es cierto! Fijense ustedes en los nacimientos, mini posters, postales y demás. En todas el pequeño niño chelito y colochito sale levantando el dedito, con eso nos recuerda siempre aquel uno a cero.

A los demás no les quedó más que soltar sendas carcajadas.

– ¡Señorita nos vamos…!- se acordaron del bendito hielo.

– Demasiado hombre, ya mucho esperamos…- Dijo uno simulando su retirada.

Acto seguido ven contonear aquellas voluptuosidades de la muchacha acercándose con unos vasos de hielo raspado en la mano.

– ¿No me puso cucharita?- Reclamó el de Merliot.

– Aquí estan amor- le dijo la señorita que le ayudaba.

Los cuatro compañeros se sonrieron y al instante se encontraban saboreando sus ricas minutas con jarabe de piña.

El espejo de Gamero

Lo que aquí se ha de relatar ocurrió un día de tantos, en aquellas épocas de rampante   locura y descomunal violencia cegadora. El paisaje parecía dantesco, como sacado de un horror movie de Hollywood. De repente, a lo lejos, la columna vislumbró una espiral de humo que, voluptuosa, reptaba ascendiendo al despejado cielo anaranjado. Las acciones de la jornada anterior los había dejado exhaustos, se trataba de un grupo pequeño grupo, a pesar de ello decidieron intervenir en el lugar.

Los habitantes del lugar trataron de esconderse hasta en los lugares más inverosímiles. Algunos lo lograron, en la confusión humeante y estrepitosa de las balas, lo que en condiciones normales habría apuntado a ser un acto de magia: traspasar la superficie del espejo de cuerpo entero que estaba adosado en una de las paredes del penumbroso cuarto de baño y conjurar así, por lo menos en la inmediatez del asunto, el peligroso operativo que andaba suelto.

Después de la refriega, se respiraba una atmósfera lúgubre. No parecía que el conflicto haya arrojado vencedores, al menos las pruebas en el perímetro no arrojaban datos exactos. Ni siquiera eran visibles los que pudieron haber puesto resistencia, aunque tampoco se podía observar enemigos caídos, el desolado poblado respiraba excitado por lo que ahí había sucedido, apenas unas horas antes. Cuando la columna se aproximó y fueron reconocidos, la gente comenzó a salir de los escondrijos donde habían permanecido a las esperas de que floreciera un mejor mañana.

A pesar de reconocer a los compañeros de la columna, el miedo les apretaba la cuchilla a la garganta, incluso después de largas horas, permaneciendo impávidos y taciturnos. Se observaban los rostros, se reconocían, se saludaban, unos lloraban la pérdida, otros simplemente agradecían el regalo de la vida que aún conservaban. Esto es normal luego de vivir en carne propia el susurro cariñoso de la benevolente muerte, que hace que convivamos con la angustia y la duda de cuanto más durará…

Se procedió a apagar para después enterrar los cuerpos, que apiñados, todavía ardían entre las zarzas y las veredas. Luego se continuó a bajar los miembros cercenados: manos, pies y troncos con las tripas de fuera. Decenas de ellos habían sido colgados sádicamente con estacas en las paredes de bajareque de las casas del pueblito, ni los cerdos, gallinas y perros habían logrado salir incólumes de semejante muestra de salvajismo por parte de los verdugos. Un detalle que enfriaba hasta la médula -incluso a los sobrevivientes- era el hecho de ver las niñas violadas, ropas rasgadas, con muestras de tortura, sus genitales cubiertos con ceniza para hacer énfasis del lujo de la barbarie, habrían sido unas veinte, todas entre los ocho y doce años.

Luego de salir del asombro y del temor, habiendo enfriado su rabia vengativa, se intentó que todo volviese a la normalidad, por lo menos hasta que se presentara la próxima emergencia, que siempre llegaba en el tiempo menos esperado, con disparos de G-3 o rocketazos de aviación.

Dicha normalidad llegó con una inspección casa por casa, evaluando los catastróficos daños. Cuando los miembros de la columna llegaron a aquélla, se encontraba entrancada y en franco abandono.

— ¡Víboras ahí compas, puede haber alguien atrincherado!

Se inspeccionó meticulosamente la vivienda. Nada fuera de los cánones de la normalidad campirana. Gamero tímidamente exclamó unas sordas palabras que no tuvieron eco en la mayoría de los de la columna.

— ¡Ve!, aquí han dejado un espejo quebrado…

Nadie pareció demostrar interés por aquellas palabras, quizás porque todos se encontraban consternados, él se hizo a un lado sus cacerinas, dispuso su G-3 contra la pared, se agachó frente a los pedazos desordenados y exclamó en tono muy benevolente:

— La mara dice que los espejos quebrados son mala suerte, pero yo creo que es mentira—, y además agregó— Lo que sí sé es que estas babosadas son como nosotros los humanos.

Mientras tanto, todos se disponían a abandonar aquel desolado rincón polvoriento, mientras el comandante daba órdenes:

— ¡Apúrense hombre, no quiero que nos tuerza la noche aquí, esto se está poniendo cada vez más paloma, nos falta un vergo por revisar!

Gamero que se encontraba ya de pie frente a los trozos de espejo no podía caminar, se encontraba helado, como impedido por una fuerza invisible que le impedía moverse. No sabía si sus nervios, sin cristalizar todavía, lo estaban traicionando, pero del espejo parecía escuchar una queja de alguien que agonizaba. Sin pensarlo tomó un trozo de regular tamaño y lo puso en el bolsillo de su jean.

Ese noche el camino hacía el campamento se sintió más largo que de costumbre, un hermoso manto estelar cubría su silenciosa marcha mientras se perdían en los montes que solo ellos conocían. Ya instalados en el improvisado dormitorio bajo el cobijo de un enorme amate, desocupó su chamarra, bolsón y sus bolsillos. El trozo de espejo continuaba ahí, pero ya no parecía simplemente basura de la que hay que deshacerse: era una pieza intacta y vivaracha, que abarcaba toda su mano y resplandecía delicadamente.

A la mañana siguiente, Gamero despertó como nuevo. Para su mayor sorpresa, encontró escrito en un papel cualquiera, que estaba al pie de sus zapatos Converse rojos desvencijados: “Gracias, logré huir. Mi antiguo cuerpo tuvo que quedarse al otro lado del espejo, porque los cuerpos no son capaces de penetrar al mundo de las transparencias inefables. Yo estuve a punto de quedarme en aquella matazón que hicieron los soldados cuando el espejo se desprendió de mis manos y se quebró. Usted me dio de nuevo la oportunidad de una rendija cuando el espejo entró en contactos con sus manos y por el tono que utilizó en su voz. Ahora seré una imagen libre. ¡Gracias, mil gracias!”.

EL 1o DE MAYO EN EL SALVADOR

La masacre de trabajadores anarquistas de Chicago en 1886 fue un símbolo adoptado por el movimiento anarquista y marxista a mundial. Este suceso influyó en la mente de los obreros e intelectuales locales de inicio del siglo XX y comenzó otra etapa dentro del sector artesanal. La primera «celebración» del 1o de mayo se dio en Santa Ana, bastión del anarquismo para la época. Pero no fue hasta 1925 que esta fecha conmemorativa se celebró en San Salvador.
El objetivo de este evento fue dar a conocer el porqué de dicha “fiesta” obrera, a lo que agregaba José Mejía (Dirigente obrero anarcosindicalista, participó en el Primer Congreso Obrero Centroamericano (1911), Miembro delegado ante la C.O.C.A. por La Sociedad El Porvenir. Vinculado al Partido Laborista. Alcalde de San Salvador, 1928; 1929 suplente y en 1930 propietario. Entre sus publicaciones encontramos la influencia anarcosindical del español Anselmo Lorenzo: Entender la sociología como arma de liberación, reflejar la figura de Jesús como revolucionario y la mercantilización de los trabajadores por la burguesía. Exigió reformas al fisco y al monopolio del aguardiente.), intelectual obrero de la Sociedad de Artesanos el Porvenir de Santa Tecla, que en la mentalidad obrera habría que:
“quemar incienso puro para elevarlas en espirales blancas nuestro tributo de cariño y veneración a los mártires de Chicago muertos pérfidamente a nombre de la ley bastardeada (…) por una burguesía codiciosa y de corazón petrificado…”[ Mejía, Diario Latino, 2 de mayo de 1925, «El día obrero.» 4-8].
Más adelante deja ver su vocación internacionalista declarando:
“No hay país civilizado en Europa y América en donde no sea celebrado el 1˚ de mayo por todos los obreros hombres y mujeres. Grandes desfiles, procesiones solemnes, discursos tremendos, paro de trabajo… nada de orgías… eso es el 1˚ de mayo en todo el mundo. Esa es la llamada Fiesta del Trabajo” [ Ibid. 8.].

El objetivo de Mejía es socializar al máximo la carga simbólica de esta conmemoración con todos los obreros organizados para que estos se encarguen de reproducirla, teniendo en cuenta:

“que sepan de fondo conocer la Génesis de esa celebración para que comprendan la verdadera finalidad de la Fiesta del Trabajo, única fecha mundial en la vida de los trabajadores todos del mundo.”[ Ibid.]
Este evidencia muestra que tan pronto el obrerismo dio acogida a esta celebración, teniendo en cuenta que fueron anarquistas los involucrados en dicho proceso, siendo loable y con mayor merito ya que vivían en situaciones más adversas que las de la actualidad y sus asquerosas y pueriles libertades. Con el transcurso del tiempo, luego de colgadas las armas del conflicto armado, esta fecha se ha vuelto parte del interés raquítico de diversos sectores, que salen a manifestarse sin tomar en cuenta la génesis de este suceso y que siguen reproduciendo un sistema arcaico que nos ha demostrado hasta la saciedad su ineficacia.
En honor a los compañeros anarquistas caídos en 1932 y los expulsados y ajusticiados décadas después por el Partido Comunista, y atendiendo especialmente la crítica que hacia José Mejía, cuya nota comenzaba diciendo: «unos obreros» celebraron la fiesta del trabajo, pero un día seremos más. A ellos les decimos ,como herederos de esa infinita libertad que ellos sembraron y de la que hoy gozamos: compañeros, la semilla germinó, no salimos todos a las calles; porque aun no estamos ni estaremos nunca listos, pero a pesar de ello, podéis descansar en paz, seguiremos viviendo en anarquía…

A Sorayda en la inmensidad

Cruzaron sus miradas durante un largo viaje con destino a lo incierto, tal ves a una ciudad tan descomunalmente miserable o infinitamente maravillosa, quien sabe, lo único cierto era la incertidumbre y lo desconocida que aquella ciudad se manifestaba ante sus ojos que atónitos yacían contemplando cada exuberante detalle. Jamás en la vida se habían visto los rostros, pero parecía no importarles, ambos querían comerse el mundo a dentelladas. Ella viajaba con una simpleza que rasgaba el velo de la mediocridad y la monotonía, él con una maleta de sueños rotos y muchas culpas a sus espaldas, ambos parecían escapar de algo absurdo o siniestro. Tal vez los dos buscaban alivio, o simplemente mirar las estrellas tomados de las manos una de esas noches frías de Buenos Aires, o solo quizá convertirse cada uno en el universo del otro. Sólo bastó una palabra para que ella viviera atrapada en su campo semántico. Sorayda lo hipnotizaba con el vaivén de sus delgadas caderas y su característico sentido del humor, con sus sesudas pláticas y esa peculiar y especial manera de desviar las conversaciones a su propia conveniencia. Agitando sus manos al compás de los segundos que se estrellaban a cada momento en su tierna humanidad. Sus miedos, sus sueños, sus esperanzas, pronto pasaron a ser materia de experiencias calladamente compartidas entre ambos. El tiempo fue el encargado de separarlos, pero ninguno pudo sacarse de la mente al otro. Un buen día, ese cruel e ignaro destino, volvería a ponerlos de nuevo al filo de la navaja, los encarriló místicamente de nuevo en sus tortuosos y laberínticos caminos.

ella pronto lo aceptó en su menesterosa vida, lo abrazó y juntos comenzaron a devorar días, semanas y meses. Así si ella hubiera tardado mil años en volver, él la hubiese esperado más. Las llamadas fueron harto frecuentes, salieron a darle la vuelta al rampante mundo juntos, como dos locos enamorados, mientras afuera las tormentas azotaban al resto de los mortales. Todo apuntaba a que pronto estarían juntos, fundidos en uno solo, como una sola alma que errante vaga por los fragosos pasillos con los que esta construida la vida, más sin embargo, no seria así. Mientras las viejas campanas parecían silenciarse, sobre ellos descenderían, galopantes como reminiscencias, los viejos fantasmas de sus pasados ignotos. Él hizo una pregunta, antes de terminar al parecer, con la última conversación que tendrían en la vida:

— ¿Estas segura que no quieres que nos sigamos viendo?

La respuesta fue inusualmente vaga:

— Te extraño y lo haré todos los días…

Él de nuevo emprendió su vieja rutina y apresurándose arrojó el ancla hacía su propia soledad, era un obsesivo compulsivo destructor de esquemas, y entre ellos se incluían las estrictas reglas del amor idealizado, el que no sufre ni aguarda, ese que parece desafiar el mundo de los fenómenos, de lo real y concreto que emanan nuestras mortales existencias.

Estaba bajo la regadera de un chorro impreciso, tratando de borrar de su piel su perfume, que a pesar de haber transcurrido mucho tiempo desde aquella borrosa tarde de abril, éste permanecía incólume impregnado en sus manos, y en su ecléctico y heterodoxo pensamiento. De pronto suena de imprevisto una notificación en su computadora. Salió aun escurriéndose, auxiliado a medias nada más con la toalla de baño. Acudiendo al llamado con exuberante beneplácito y pronta rapidez, sabía que pronto lo buscaría.

— No quiero dejarte…

Así rezaba en la bandeja de entrada el que sería el preámbulo de la cascada de mensajes que habrían de trazar sus vidas, pero era demasiado tarde; el amor es como una bomba de tiempo y no se sabe si terminara por explotarles los sesos a los que lo toman como grito de guerra. Y los miedos hablaron por Soraya quien en silencio permanecía kilómetros lejos frente a una pantalla de celular, él logró escucharlos y les contestó:

— Dile a tus miedos que por fin ganaron la batalla, que me declaro perdedor de alma y de carne, que te pueden dejar en paz y que no insistiré de nuevo.

Súbitamente recordó todas las noches que la había acobijado en su pensamiento y creyó que era momento de dejarla partir. Directo a la inmensidad del misterio de la nada, a esa ciudad que tanto deseaba, con la que tanto soñaba, en la que siempre quiso vivir.

— ¿Te vas a olvidar de mí?— preguntó ella al unisono mientras la tierra no dejaba de convulsionarse de su eterno letargo y la lluvia no paraba de caer.

— Jamás. — Contestó él.

Ya que en el fondo sabía que Sorayda siempre iba a florecer en sus interminables pensamientos, en sus canciones, en sus deleites. Ella se había ido ya, él se encontraba feliz de regresar a la ciudad donde imperaba su más grande logro: » La ciudad de su intrínseco misterio, llamada como el mismo».

San Salvador 12 de abril de 2017.

Aviones

Gente de toda clase social se había dado cita en una improvisada pista de aterrizaje, cerca del desvío al lago de Ilopango, la tarde del viernes 6 de marzo de 1925. El sol todavía era muy fuerte y pegaba directamente en sus rostros, pero parecía no importarles. Tal era su interes por presenciar el evento inaugural de una serie de espectáculos aéreos acontecidos cerca de la capital, que llegaban en vehículos, camionetas y también a pie; para ellos dicho evento se presentaba como algo exótico en estas tierras de perenne paisaje reptado por cerros y volcanes.

Un coctel se había servido en una ramada al lado de la pista y en las mesas había profesores, artesanos, comerciantes y políticos. Aunque además asistió gentuza  curiosa  de los cantones circundantes y un gran número de habitantes de los mugrosos mesones de la capital. La algarabía fue puesta por la Banda de los Supremos Poderes con sus interpretaciones de Fox-Trots, tangos y pasos dobles. Mientras los más chicos jugaban pateando una pelota de trapo alrededor de los presentes, creando una sublime atmósfera de camaradería al encuentro que se convertiría en el evento más rocambolesco de ese año.

Como era costumbre en los eventos de alta clase social asistió el médico cirujano Prudencio Pecorini, de cuarenta y cinco años de edad, divorciado de su tercera esposa, tupido bigote y ojos saltones. Su egregio vozarrón no era recíproco con su exigua estatura. Sin embargo para nadie era un secreto esa costumbre suya por derrochar en profanos placeres la fortuna que por años había logrado amasar en su visitado consultorio del Centro, ubicado en la segunda calle poniente No 123, contiguo a la peletería del famoso “Mennoti”.

Su mayor interes en la vida fueron siempre las mujeres, las cuales para él resultaban una suerte de vicio incluso más adictivo que los juegos de azar que gustaba departir con sus allegados: poker, lotería de cartón, los chivos, los gallos. Toda oportunidad para él se convertía en una forma de ganar dinero, incluso apostando desde bien temprano en las carreras de caballos los domingos en el Campo Marte. Además de ser un pícaro de primera siempre recurría a su astucia para obtener lo que quería, dejando para el juicio de crédulos y escépticos su caprichosa moral al beneficio de la duda. Entre los desbordados rumores de los presentes y las miradas de reproche se podían enumerar abortos forzados, infidelidades, deudas remisas, desfalcos, estelionatos y evasión de impuestos. Durante esos años Prudencio aun conservaba su frondosa salud, saludando como siempre calando su sombrero Stetson. Agitando su mano mostraba con su mistíco ademan,  sus extraños y alargados dedos, de los cuales relucían brillantes anillos de oro y plata, la mayoría producto de la usura a la que también se dedicaba.

Llegó acompañado por su joven y bella amante Tina Meléndez, de quien me referiré en su determinado momento. Ella se mostraba tranquila y fascinada por los aviones. Era la primera vez que presenciaba algo similar.

Ya mientras tanto al otro lado de la ramada, sentado sobre un taburete, apresuradamente Gabriel Romero ensambla las piezas del trípode de su cámara de larga exposición Göetze. Él es un muchacho de 27 años de edad, de oficio periodista y en tal calidad, redactor de noticias de gente y sociedad del Diario Latino e intimo amigo de su director Luis Pinto.

Al escucharse las primeras detonaciones de una fila de barriles que estaban al centro de la pista, la gente comenzó saltar inquieta de sus cómodos puestos, de pronto de tres direcciones distintas aparecieron aquellos pequeños  puntos relucientes, que con el correr de los segundos se hacían más grandes cuando avanzaban en dirección al lugar del espectáculo. Chicos y grandes contemplaban absortos girando sus cabezas de un lado a otro en dirección al cielo, mientras la tarde se había dado el lujo de quedarse sin su arrebol, y era súbitamente interrumpida de su místico silencio del trópico por el atronador ruido de los enormes motores de aquellos aviones surcando el cielo.

Una vez realizadas unas cuantas piruetas a prudente distancia, se procedió a las más hozadas y peligrosas: para ello, los pilotos sobrevolaron tan cerca del suelo que la gente hubo de salir corriendo espantada, causando caos y atropellados en aquella confusa infantil tropelía creyendo una colisión inminente contra su humanidad. Restablecidos de la confusión y el desparpajo todos reían, vitoreaban y con fragosas hurras y aplausos rendían admiración avistando perplejos aquellas singulares proezas ejecutadas por parte de los pilotos estadunidenses, una algarabía de manos estrechadas y abrazos irradió aquella tarde. Fue justo en ese momento –que por suerte o desgracia- cuando cruzaron miradas Gabriel y la señorita Menéndez, fue un amor a primera vista. Después de ese momento fue imposible contenerlas, lo que levantó sospechas del curioso Doctor.

Tina era su secretaria. Prudencio con dotes de Don Juan había logrado conquistarla en el café “Mundo Latino” del centro, al que ella asistía regularmente con sus amigas luego de sus clases de economía familiar en el instituto de señoritas. Él continuamente la invitaba a dar paseos en su Chrysler Impala modelo blanco y negro de 1922, a lo que a la larga terminó accediendo la airosa mengalita. Era una muchacha de cautivadores ojos marrones, seductor corte al ras de la nuca, con raya a un lado y flequillo teñido de rubio estilo garçon, moda muy difundida entre las muchachas de la capital, que pavoneándose entre risas y con su eterno afán de meterse en muchos y variados tópicos, llenaban las plazas y avenidas de la capital. Luciendo las más atrevidas, como era el caso de Tina, ajustados vestidos cortos, de vistosos colores: amarillos, grises y lilas. Tricornios y sombreros de ala ancha de terciopelo con tocados de plumas y torogoces disecados, imitando el glamur de las grandes actrices de los filmes de Hollywood y la Metro Golding Mayer; desafiando el sumiso y vulnerable gusto por la belle Époque de sus madres.

¿A usted le gusta apostar? ― Preguntó Prudencio al joven Gabriel que impávido no disimulaba el interés por Tina. Hermosa y sensual luciendo un escotado traje ceñido, pero ligero, arriba de las rodillas y de un penetrante tono bicolor rojinegro.

¡Jamás me ha gustado Doctor! ― aseveró el joven. Mientras Prudencio, parado a un lado del refrigerador marca Kelvinator, que funciona con quemadores querosene, lo observaba entrecerrando sus ojos debido al humo del cigarrillo Samsun que pende de sus labios, mientras destapaba una cerveza marca Pilsener, apodada cariñosamente por sus parroquianos como los «miados» de los Meza-Ayau, para ofrecérsela a Gabriel.

Muchas gracias señor, me encuentro trabajando y no es posible que pueda aceptarla ― Dijo con vos entrecortada el muchacho. En voz baja el médico hizo una propuesta tentadora a Gabriel –mucho más aventajado en el mundo que él- que le fue del todo imposible resistirse. Acordaron sentarse en una mesa al fondo, luego de tantas insistencias el muchacho dispuso a tomarse unas cuantas cervezas. Eran como las diez y media de la noche, una sinfonía nocturnal de chicharras y una vieja vitrola castigaban el silencio de la noche iluminada por la luna llena. La bendición de Dionisio había descendido entre las gentes que aún permanecían ingiriendo bebidas, yendo en contra de la ordenanza municipal, dado el hecho de que la policía se encontraba participando del ambiente festivo.

De pronto un ensordecedor golpe de manos  al centro de la solitaria mesa hacia volar los naipes, billetes y monedas de plata por los aires. Eran Prudencio y Gabriel que disputaban una partida de póker en la cual, sin ápice de duda, el médico cirujano estaba siendo desbancado por el muchacho. El periodista era un estuche de monerías y creía conocer la forma de poder conquistar a la mujer que él consideraba estaba –y con justa razón- desperdiciando su vida con ese estropajo de tipejo, tan criticado por toda la sociedad. Esto debió ser planificado con anticipación por Gabriel, era demasido tarde para contener los rumores de sus citas con Tina mientras el galeno abandonaba su residencia.

A esas alturas de la partida su mayor tino fue conservar hasta el último momento en sumo secreto su anterior profesión como croupier en el famoso casino y cabaret Imperium que estaba ubicado en el centro de Texas. Éste se habría quedado a vivir hacia tres años en ese lugar, luego de asistir a un Congreso Internacional de periodistas celebrado en la calurosa ciudad de San Antonio, alquiló una pieza y decidió probar suerte en su profesión y mal logró muchos meses en busca de trabajo sin encontrar resultados favorables. Durante su estancia en el norte Gabriel siempre opinó que si los veranos eran terribles, los inviernos en aquel lugar desértico eran sin duda más duros, todo esto mientras recién se empezaban a construir los acueductos subterráneos que abastecerían a la ciudad. Su suerte comenzó a cambiar cuando encontró ese trabajo tan inusual e inesperado.

Volviendo al asunto que nos compete en los hechos que se dieron en la ramada, esa noche tras una no tan amena conversación después de tomar más Pilseners de las debidas, Gabriel se percató del vicio de Pecorini y se apresuró a tomar ventaja. Fingió ser un neófito y torpe con las cartas, fingió cada jugada y perdió a su antojo hasta tenerlo pronto convencido de su superioridad en las cartas, y por supuesto, en los coqueteos con la siempre sonriente diosa de la fortuna, que en esa ocasión iba a conspirar en contra del impío y corrupto galeno.

En pocas horas había perdido todo lo que traía consigo, sus joyas y alajas, su vehículo e incluso las escrituras de sus fincas de café en San Sebastián Salitrillo y sus residencias dentro y fuera de San Salvador. Full tras full había perdido algo, por lo que inmediata e inútilmente intentaba recuperar apostando algo de valor mayor o equivalente. Viéndose sin nada más para apostar, le dijo con vos temerosa y recortada: te apuesto todo o nada, Tina será la garantía. Un destello irradió de los ojos cafés de Gabriel que contestó con un rotundo sí. En la última jugada, el médico descartó de entre sus cartas el cinco de copas, la sota de oro y el rey de bastos conservando los ases de espada y oro respectivamente.

¡Está todo resuelto! ―  pensó. Acto seguido pidió al muchacho sacar del tope de la baraja los respectivos cambios. Tras barajar sus cartas con el corazón en un hilo y un nudo en la garganta, las deslizó suavemente una por encima de la otra hasta descubrir la última carta, y se dio cuenta que tenía tres ases y una pareja de cuatros: un full que se miraba muy prometedor y que alimentaba las esperanzas de recuperar todo; más no le importaba perder a su mujer. Destapó sus cartas ante el muchacho que se había pedido cuatro cambios.

¡Bueno pues chico, al parecer esta no es tu noche, tuviste toda mi fortuna en tus manos y se te escapó! ― Le dijo Prudencio con una enorme sonrisa mientras mostraba su juego.

El muchacho sonrió desahogado mientras tomaba el último sorbo del envase de cerveza colocada sobre la tambaleante mesa. Agachó la cabeza y fingió sordida triteza, nadie sabía el caprichoso destino del azar.

¡Póker de machos! ― Gritó el muchacho, mientras los curiosos y enemigos conjurados de Pecorini presenciaban la inusual suerte de Gabriel Romero, el periodista y croupier de casino, y en tal calidad un completo artista en el arte de contar cartas, gacetillas, poemas, cuentos y ensayos.

Para Prudencio fueron gran oprobio las burlas y carcajadas de los presentes que se acercaban a ofrecerse como testigos y hacer correr la voz de la legalidad del gane. Carcomido por la rabía desenfundó del bolsillo interno de su solapa su pistola semiautomática  M1911, conocida vulgarmente en el argot del populacho como escuadra, y le asestó un mortífero disparo de 45 milímetros en el costado inferior izquierdo del joven Romero, lo que provocó un intenso sangrado que lo llevó a la muerte. Ese mismo disparo dispersó a curiosos y espectadores en general, los cuales se echaron a correr del lugar, quedando en el lugar solo un muchacho de tes humilde que sería el único que trató de darle auxilio a Gabriel que desangraba a borbollones. Prudencio de quien también se decía que tenía pacto con el diablo escapó del lugar, la policía fue su cómplice y se encargaron de silenciar aquel suceso.

El reporte de las pruebas condenatorias que se presentó al juez acerca del cobarde homicidio rezaba de la siguiente manera: “murió por herida mortal de bala causada por Pedro Pushtla, de 19 años de edad, indio originario del cantón Calzontes Arriba del departamento de Santa Ana, conocido ladrón de poca monta que llegaba todas las tardes a la capital en supuesta busqueda de trabajo, atraído por el espectáculo aéreo, se introdujo como polizón al evento y tras varios días de seguirle los pasos al joven Gabriel Romero, que generalmente viajaba solo, intentó robarle su cámara nueva de fabricación alemana. Éste al encontrar resistencia, disparó despiadadamente contra el periodista. El delincuente ya se encuentra recluido en el castillo de la policía en espera de su condena, exortamos a que se aplique con todo rigor la ley para este abominable criminal”.